viernes, 27 de julio de 2007

Yo soy yo












No existen dos personas iguales. Cada uno de nosotros tiene una imagen corporal propia (más allá de que la moda nos quiera colocar a todos en un mismo molde), diferente forma de procesar las emociones, de encarar la realidad y, por lo tanto, una experiencia de vida que es única y particular.
El asesor debe saber leer las cualidades del Yo soy de la persona que viene a verlo. No se puede descubrir el estilo del otro sin saber quién es. Es más: no se pueden adaptar las tendencias de la moda a un cuerpo físico específico sin conocer, por lo menos, un atisbo de su alma.
La elegancia y, en definitiva, la belleza no son otra cosa que armonía. Y si la armonía tiene forma también tiene contenido.

Es por esto que en mis talleres de formación hago hicapié, una y otra vez a riesgo de ser abrumadoramente reiterativa, en la necesidad de utilizar la comunicación no verbal como una de las herramientas más útiles para llegar a conocer al otro.
Paralelamente y como complemento vital hay que aprender a escuchar y observar sin juicios previos. Aquí se da un curioso ir y venir entre empatía y objetividad. Es un juego ágil que hay que saber administrar.
Cuando hablo de observar pienso en un niño pequeño todavía no condicionado, no totalmente, por la sociedad o por su familia.
Los niños ven. Miran un árbol y ven ese árbol con todas sus cualidades específicas: sus hojas, sus habitantes, su color, su tamaño, los dibujos entrelazados de sus ramas.

Recuerdo a mi hija cuando tenía dos años. Se acuclillaba a mirar una hoja caída o una flor detenidamente. Y veía más que yo, que pasaba de largo diciendo -Si, una hoja seca- o -Eso es una rosa-. Y entre hoja seca y rosa todavía me quedaban compartimentos para encasillar. Sin embargo, la mirada de mi hija abarcaba mucho más que la mía.
Y de eso se trata el saber observar: poder abarcar al otro como totalidad. En la formación de asesores de Imagen Personal esta es la parte más díficil de trasmitir. Un asesor debe tener nociones básicas de psicología y estar dotado para utilizarlas con precaución pero también debe conocer de tendencias de la moda y sus accesorios y de todo aquello que conforme la imagen corporal.
Sin embargo, si logramos VER (así, con mayúsculas) hemos allanado la mitad del camino.

Historia del Bronx


Esta historia comienza en el Bronx hace más de cuarenta años.
Su protagonista no es Robert De Niro sino un muchachito judío que atiende a los clientes de Brooks Brothers detrás del mostrador.
Se llama Ralph Lifshitz y tiene algo especial: sabe exactamente qué espera de la vida.
Su visión lo llevará a convertirse en uno de los íconos de la moda neoyorkina y en el dueño de uno de los más grandes imperios del mundo de la indumentaria, sus accesorios y perfumes.
A fines de los años sesenta crea una marca, Polo, y la exhibe en una colección de corbatas de diseño propio. Poco después presenta una línea de ropa para hombres. A continuación lanza otra dedicada a la mujer.
Y la fama toca a su puerta cuando le encargan el vestuario de una película inmortal: El Gran Gatsby. Recuerdo con exactitud a Mia Farrow, en el papel de Daisy, envuelta en transparencias color marfil y el lujo exquisito de un Robert Redfort de los años '20.
Le sigue el vestuario del Diane Keaton en Annie Hall, con un look masculino que mantendrá en todas sus colecciones.
A partir de allí, Lifshitz se transmuta en Ralph Lauren, un clásico de la moda americana. Y ya con un pie en el exterior, abre en Londres su primera tienda que abarca...hasta una completa colección de hogar, la Ralph Lauren Collection!
Pero es la mansión Rhinelander, en la Madison Avenue de Nueva York, su casa central. Desde allí, rodeado de una arquitectura de estilo Ghotic con mucha boisserie y grandes chimeneas, se proyecta hacia diferentes países.
Si vas a Madrid, lo podrás ver en el Corte Ingés del paseo de la Castellana. Si pasás por Tokio, allí te espera su “flagship” que no es otra cosa que una monumental tienda en Omotesando donde compite con Dior, Prada y Vuitton. Si te gusta el tenis y sos de esos privilegiados que se pasean por Wimbledon, en el 2010 apreciarás a todos los jueces y árbitros enfundados en ropa de Ralph Lauren. Si preferís Palm Beach o Argentina, te encontrarás con Nacho Figueras que no sólo está catalogado como el “world's best polo player” sino que fue elegido para ser la imagen de la línea masculina de la firma.
En materia de joyería fina o relojes de lujo, Ralph Lauren se acaba de unir a la empresa suiza Richemon para diseñarlos y producirlos. En el 2008 y en cualquier parte del mundo, los diamantes tendrán una marca: Polo. Los perfumes, ya sean con base frutal o amaderados, con olor a romance o sofisticación, ya la tienen.
Y para conmemorar tantos éxitos profesionales a lo largo de cuarenta años, no se le ha ocurrido mejor idea que escribir su autobiografía.
Lo interesante de esta historia es analizar las bases de un imperio que mueve millones de dólares. Desde un mostrador del Bronx a la fama internacional hay un largo, largo camino. Cómo lo logró?
Las críticas coinciden en que no es un gran diseñador sino un estilista. Es verdad. No crea moda; aggiorna un estilo y lo mantiene con soberana coherencia.
Supo vender un estilo de vida determinado e intemporal (elegancia versus status), de elegir el producto justo en el momento adecuado.

Y nuevamente volvemos a la visión. Cuando uno sabe con vehemencia y claridad qué espera de la vida, la mitad del camino hacia el éxito está allanado.
Y cuando hacemos lo que más nos gusta hacer siempre hay pasión.