Cómo aprender a escuchar los mensajes del cuerpo, descifrar su significado, y accionar a favor de una mejor calidad de vida.
La salud holística es una experiencia personal, frecuente y relativamente estable de bienestar y coherencia en los planos del cuerpo, la mente, el espíritu, los vínculos, los sentimientos y las emociones. A esta percepción subjetiva de “sentirse bien”, no sólo en el aspecto físico, es necesario sumarle, siempre hablando de individuos adultos, que la persona sea capaz de: autoabastecerse en sus necesidades básicas de alimentación, abrigo y techo, de trabajar, de aprender, de relacionarse de manera eficaz con los otros, de tomar medidas de prevención y cuidado personal, y de poder resolver de manera asertiva los problemas cotidianos.
La salud holística integra lo que podríamos llamar un “conjunto de saludes”, si se me permite el neologismo, la salud del cuerpo, de la mente, de las emociones, del espíritu y de las relaciones. Todos estos aspectos se influyen recíprocamente en las experiencias personales de bienestar o malestar.
Desde este punto de vista, la enfermedad puede considerarse un desequilibrio que indica que, en algún aspecto, estamos alejados de nosotros mismos, hay algo que nos afecta y requiere de una toma de conciencia, y de algún tipo de cambio de nuestra parte. Propone un “darse cuenta” y una acción dirigida hacia la búsqueda del propio bienestar. Cada síntoma o enfermedad revela una realidad oculta y la expone, deja en evidencia algo que no queremos o no podemos reconocer.
En cada ser humano, todos sus aspectos tienden hacia la unidad, a la integración de sus partes en un todo armónico. Lo que un síntoma expresa en cualquiera de sus planos suele corresponderse con la misma situación en los otros. Tal vez podemos ver esto más claramente con un ejemplo: pongamos por caso un fuerte dolor de cintura en una persona que no padece una patología específica de su columna vertebral. En el plano del cuerpo el síntoma cuenta de una tensión de un músculo de la espalda baja, el cuadrado lumbar. Éste músculo constituye el más importante sostén de las vértebras lumbares, las cuales soportan la constante carga de la parte alta del cuerpo, el tronco, la cabeza y las extremidades superiores. Si esta carga se intensifica, el cuadrado lumbar se tensa para poder soportar el exceso y, si no puede con la carga, afloja de golpe y las vértebras lumbares quedan desprotegidas. Esto puede provocar un gran daño y dejar a la persona incapaz de moverse o caminar, requiriendo reposo y tratamiento médico. Lo mismo que está mostrando este músculo, la sobrecarga y el peligro de sucumbir ante el exceso es, probablemente, lo que le está pasando a la persona que lo padece. Es lo más habitual que si se le pregunta a alguien con este síntoma si se siente sobrecargado por alguna situación, diga que sí, que atraviesa por una problemática que siente como de difícil solución y le promueve un sentimiento de impotencia, si se le pregunta como cree que podrá soportar eso si se prolonga en el tiempo y no disminuye su intensidad, dice que no cree que pueda soportarlo. Las respuestas me han demostrado a lo largo de los años y en todos los casos, una coincidencia entre lo que expresa el cuerpo y lo que la persona relata de su situación en otro plano de su vida.
Desde el punto de vista holístico toda enfermedad indica un desequilibrio que afecta a la persona entera, un desencuentro entre pensamiento, sentimiento y acción, y está relacionada con la coherencia y congruencia de la persona en su propia vida, por esto, ante cualquier enfermedad uno puede revisar cuerpo, mente, emociones y relaciones para tratar de entender qué cosa es la que no está alineada e intentar modificarla.
En general hay una tendencia a poner afuera la causa de lo aquello que no nos gusta, a pensar que nos pasan cosas a pesar nuestro. La realidad es que en muchos aspectos es así aunque también es cierto que los seres humanos somos los máximos responsables de nuestra propia salud y bienestar, y que podemos tomar en nuestras manos la dirección de nuestra propia vida. Para ello, no dependemos de una autoridad externa, sólo nos basta con poner en acto nuestra autonomía. Tenemos la capacidad de pensar por nosotros mismos, de desarrollar ideas propias, y de evaluar lo que nos conviene confiando en los valores que hemos elegido. Hacernos responsables implica elegir lo que es bueno para uno y eso no siempre coincide con el deseo.
El conocimiento da poder, si no sabemos no podemos hacer nada pero si tomamos conciencia podemos apelar a recursos personales, sociales y culturales para accionar en la búsqueda de nuestra salud y bienestar.
El cuerpo se expresa a través de un lenguaje sencillo de aprender, un “lenguaje niño”.
El registro consciente de los mensajes que el propio cuerpo emite, favorece y promueve el autoconocimiento. Ese conocimiento o saber acerca de sí mismo facilita procesos de cambio y sanación, y la sanación está asociada al cambio de aquello que nos hace mal, eligiendo lo que es bueno para nosotros en lo referido al cuerpo, a la mente y a las relaciones.
En esto hay cuestiones que sólo puede responder cada uno según los cambios personales que haya detectado como necesarios, y hay otros aspectos que son de conocimiento general. En estos últimos se inscriben algunas recomendaciones como la de realizar actividad física de manera regular; una alimentación conciente; un manejo asertivo del estrés; el no consumo de tabaco, alcohol y drogas; el uso gratificante del tiempo libre; el respeto del tiempo de descanso y sueño; los hábitos de higiene personal y ambiental; los chequeos médicos; el desarrollo de una relación gratificante con nosotros mismos, el medio ambiente y el entorno vincular; encontrarle sentido a aquello que hacemos; estar en contacto con valores que nos resulten trascendentes para nuestra vida; y tener un manejo responsable de nuestras emociones y sentimientos.
Antes de “gritar” desde una enfermedad, el cuerpo suele “susurrar” a través de síntomas menores tales como los trastornos funcionales o tensiones y contracturas musculares. Si aprendemos a escuchar estos síntomas y a entender su mensaje podremos accionar de manera preventiva antes de que un desequilibrio mayor se instale.
Psicóloga Clínica
Autora, entre otros, de los libros “El cuerpo tiene la palabra” Ed. Robin Book y “Por qué nos enfermamos” Editorial Paidós. Todos los libros de Alicia López Blanco pueden encontrarse en las mejores librerías del país. www.alicialopezblanco.com.ar alopezblanco@yahoo.com.ar
De Los Anteojos del Tata http://www.losanteojosdeltata.com.ar