Luego de años dedicados a imagen personal veo con cierta alarma el afán de consumir sin restricciones no sólo productos de belleza milagrosos y cirugías. Se consume imagen personal que, en la mayoría de los casos, no corresponde con lo que se es ni con la edad cronológica que se tiene.
Hoy, para la mayoría de mujeres y hombres el miedo a envejecer tiene una razón: la vejez, en la sociedad occidental, se ha convertido en una mala palabra. A la vejez le falta "imagen". Por lo menos este es el prototipo que nos inculca la sociedad actual. Y, como productos de esta sociedad consumista, a partir de cierta edad podemos ser desechados por los otros.
Zygmunt Bauman, en su obra "Vida de consumo", expone que, como consumidores, hemos llegado a considerar al otro como un producto que puede ser consumido o descartado. Y, por supuesto, nosotros también somos un producto. que en cualquier momento puede ser relegado a la baulera.
Cómo llegamos a esto? Bauman explica la transformación de la modernidad sólida o industrial a la modernidad líquida o de consumo cuya característica son los valores relativos y cambiantes. Mientras que en la primera los excluidos son aquellos que no producen, en la segunda lo son los que no consumen. Consumidores fallidos.
Y una de las órdenes tácitas de estas últimas décadas ha sido la de consumir juventud. Una tendencia que comienza a mostrar cierto desgaste pero que todavía sigue vigente. Así se ven pasar mujeres con labios poderosamente abultados entre arrugas septuagenarias o rostros lisos y sin tiempo en cuerpos viejos. No importan los anacronismos o la falta de armonía en la imagen. Hay que consumir para ser aceptado. Y mostrarlo.
Soy una defensora de conocer y sentirse bien con el propio cuerpo. Y el auge de las actividades físicas ayudan a esto. No estoy en contra de productos de belleza o tratamientos sensatamente elegidos. Pero creo que la imagen y el estilo son algo individual que implica el conocimiento de lo que uno es internamente para traducirlo y llevarlo al exterior. Y que el análisis de la época en la que vivimos es necesario para saber dónde estamos inmersos.
Sin duda la juventud es maravillosa. Y una vejez sin sabiduría es un desperdicio. Por qué no convertir al tiempo en un aliado para ser más íntegro y feliz? Ha llegado el momento de hacerle una verónica al consumismo y de dar un paso a la libertad individual.
Nota
Zygmunt Bauman es sociólogo, filósofo y ensayista polaco. Conocido por desarrollar el término de "modernidad líquida" es un crítico feroz de la sociedad de consumo y de sus consecuencias. Actualmemte es profesor emérito en la Universidad de Leeds, Inglaterra.
Entre sus libros se encuentran El Holocausto, Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus pares, La convivencia con los otros, La identidad en la modernidad líquida, Vida de consumo.
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