lunes, 29 de abril de 2013

Entre la elegancia y la insolencia





Se llama Juan Andrés Mompó. Su oficio, diseñador de indumentaria femenina. Su nacionalidad, español.


Para comprender su trayectoria hay que hacer un viaje al pasado.
Allá por los 60 la moda de la indumentaria, hasta ese momento liderada por la Haute Couture, da paso al prët-a-porter. De la creación única y del diseño personalizado se pasa a la fabricación en gran escala. Muchos grandes de la moda se sumaron a esta tendencia ampliando sus mercados y utilizando una receta de éxito seguro: Buen diseño y buena confección industrial unidos a nombres internacionalmente reconocidos. Ives Saint Laurent, por ejemplo. Y Paris sigue siendo la base de operaciones de la moda de la indumentaria en tanto Haute Couture o Prét-a-porter. Sin embargo Londres no se queda atrás con sus jóvenes diseñadores.

Ya en los 70 y en la misma época que Armani, Thierry Mûgler, Anne Marie Beretta y Claude Montana, aparece Juan Andrés Mompó. Y se dedicó a crear un pret-a-porter donde la imaginación y la originalidad fueron su impronta.
Para él, los diseñadores se dividen entre los que saben cortar y coser y los que engalanan. El pertenece a esta segunda categoría. Y define a la moda como el oficio en el que hay que saber jugar con proporciones y colores para individualizar.
Amante de los trajes-escultura, de materiales nuevos e insólitos y de los complementos, boceta con rápidez lo que después será una obra de arte para ponerse durante el día o la noche.

Crea para mujeres que, como él, son audaces, elegantes e insolentes. Mujeres que sorprenden aún dentro de la “democratización” de la moda. Mujeres que no se ajustan per se a la nueva tendencia de busto generoso, cintura fina y cadera importante. Mujeres que, ante todo, buscan un estilo que las represente más allá de su morfología corporal.

Y allí está Juan Andrés Mompó para definirlas.






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