Victoria Russo
LA NACION
"El barrio estaba dormido y ahora se despertó." Así, Norma, una inmigrante polaca de 80 años y vecina del barrio porteño de Nueva Pompeya, definió el proyecto de diferentes organizaciones y del gobierno de la ciudad, para que los vecinos aprendan a pintar sus propias casas y las de aquellos que, por su avanzada edad, ya no pueden hacerlo.
El proyecto, llamado Buenos Aires Más Color Pompeya Pinta Bien, se está desarrollando con la participación del Programa Puertas del Bicentenario del gobierno de la ciudad, la asociación civil Más Color y la empresa Sinteplast, que donó 1250 litros de pintura y materiales para el arreglo de paredes. Hace unas semanas se realizó una pintada comunitaria en la que los vecinos y voluntarios ayudaron a colorear el frente de las casas de los ancianos del barrio.
"Se trata de un desafío que tiene como objetivo embellecer lo material y mejorar la calidad de vida en el barrio de Pompeya, en una zona denominada El Pueblito. También, buscamos que haya compromiso entre vecinos, solidaridad y que puedan aprender el oficio de pintar", dijo a LA NACION, María Paz Aispurúa, coordinadora del proyecto. Aispurúa precisó que "más de 90 casas participan de la iniciativa".
Nueva Pompeya, situado en el sur de la Capital, se caracteriza por sus casas bajas, algunas de estilo colonial. Los cafés tradicionales y el fanatismo por el tango son rasgos típicos. El paso del tiempo marcó muchas de las construcciones que muestran sus paredes grises y resquebrajadas. Es por eso que los vecinos aceptaron encantados el proyecto de pintar sus casas.
La asociación civil Más Color funciona hace ya seis años y está integrada por la colorista Catalina Clusellas, la artista plástica Diana Goransky, la coordinadora social Clara Escalante y los voluntarios Marilén Barros Moss y Ignacio Iachaso.
El grupo ya ha realizado ocho proyectos Pinta Bien en otros lugares del país.
"Pensamos que el color integra, transforma, da vida, energía, alegría y belleza. El color estimula y actúa como comunicador. Vivir rodeados de color significa vivir mejor. Con color se pueden revalorizar las condiciones naturales del lugar", sostuvo Escalante.
Como se dijo, la empresa Sinteplast se interesó en el proyecto cuando conoció sus objetivos. "Nos identifica en la idea de recuperar los barrios con la participación activa de los vecinos. Voluntarios de la empresa también participaron de la pintada comunitaria y vimos una muy buena reacción de la gente", dijo Paula Rodríguez, encargada del área de marketing y nieta de los fundadores de la empresa.
El programa, que tiene una duración de seis meses y que concluye el 17 del mes próximo, consta de diferentes etapas. "Estudiamos la geografía del barrio, de sus costumbres, su aspecto arquitectónico y los colores que siempre predominaron en él. En base a eso, elegimos la paleta de colores que usan los vecinos para sus casas. Además, en el club Torino, brindamos talleres de pintura y explicamos de qué se trataba el proyecto", dijo Clusellas.
Orlando Converti, vecino del barrio hace ya 81 años, es director del club barrial El Torino. "Yo ofrecí el club para que hagan los talleres. Me parece una gran idea la que han tenido, esto ayuda a revalorizar el barrio. Ahora se ve como hace 80 años", dijo Converti con entusiasmo.
Casas con colores ocre y verde; un limonero pintado por la artista plástica Anna Seggiaro, en la esquina de las calles Eistein y Beruti, y frentes con arreglos listos para convertirse en lienzos son algunos de los paisajes que ahora se ven en el barrio. "Ricardo Gómez, un viejo maestro de fileteado y vecino se ofreció a decorar, de forma gratuita, los números de las casas de los vecinos que lo desearan", aseguró Clusellas.
Mabel Torres, una vecina de 55 años, participa de la iniciativa de pintar su casa, con un toque especial que representa el espíritu del barrio: "Voy a escribir un poema de mi papá, Mario Torres, que era tanguero y que vivió toda su vida en Pompeya".
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