lunes, 1 de octubre de 2007

¿Hablamos sobre posturas?

"La estabilidad aumenta la sensación de seguridad. La inestabilidad implica riesgo pero facilita los movimientos. Ambas son biológicamente importantes. Adherirse sólo a una produce inseguridad por falta de opción." Moshe Feldenkrais.


Solamente al nombrar la palabra postura muchos de nosotros vamos a hacer pequeños o grandes movimientos para reacomodarnos. Muchas veces no sabemos para reacomodar qué. Hay frases repetidas una y otra vez como “parate derecho” “no te encorves” que han quedado instaladas y nos las repiten o las repetimos casi sin darnos cuenta.
Primeramente ya de por sí la “indicación” es algo confusa ya que si algo tiene la columna son curvas, y tan importantes que sin ellas no podríamos mantenernos en pie por un rato largo o bien no podríamos sostener el peso del tronco y nos caeríamos con mucha facilidad.
Por lo cual esa indicación nos desorienta. Al menos si lo pensamos detenidamente aparecen varias preguntas. Derecho con respecto a qué parámetro, dónde ubicamos la cabeza, la pelvis, los pies, etc. Aunque tengamos todos esos datos que no son superfluos, no alcanzan para que podamos desde la voluntad adoptar lo que podemos llamar una buena postura.
Consideramos una postura como buena cuando podemos emplear toda la potencia que poseemos con el mínimo esfuerzo sin hacer movimientos innecesarios y cuando podemos recobrar el equilibrio con facilidad luego de haberlo perdido momentáneamente.
Pueden a veces confundirse los términos postura y posición
La postura es un concepto dinámico, tiene que ver con la acción. Debemos tener en cuenta que no nacimos para ser estables, desde que nacemos pasamos por situaciones de inestabilidad; el mismo caminar es un equilibrio inestable. Posición, en cambio, es la localización y configuración de las diversas partes del cuerpo, no implica movimiento, es un concepto estático; denota quietud. Postura se refiere más al empleo de todo el ser para lograr y mantener este o aquél cambio de posición.
¿Por qué no podemos modificar la postura desde la voluntad? Porque esa postura que tenemos actualmente no aparece así, de pronto, sino que viene “armándose” desde que nacemos, tiene que ver con nuestra historia. Desde que nos acunan, nos alzan, nos higienizan, nos miran; desde que nos aventuramos a descubrir el mundo que nos rodea rolando, reptando, gateando y finalmente cuando comenzamos a caminar, correr, saltar.
Nos podemos preguntar si nos dieron o dimos los tiempos necesarios para pasar por todas estas etapas.
Ya desde tan atrás empiezan a inscribirse en nuestros músculos crispaciones por esfuerzos para responder a aquello que no aparece como natural. Por ejemplo cuando se exige al niño que realice actos para los cuales no tiene los medios. Ej. Ponerse de pie o caminar antes de haber terminado su aprendizaje del gateo; y éste obedece, obviamente por la ganancia de afecto y aprobación.
Los motivos por los cuales seguimos sosteniendo determinadas actitudes corporales permanecen en el olvido o nunca formaron parte de nuestra conciencia. Cuando algo nos perturba, irrita, o en situaciones de riesgo aparecen en forma refleja tensiones musculares que se traducen en una respiración inadecuada, en una sensación de esfuerzo en el hacer cotidiano, aparición de dolor, o en algunos casos inmovilidad, según el compromiso muscular involucrado. La voluntad no alcanza para modificarlas ya que cuando apartamos la conciencia vuelven a aparecer; están ahí, son parte nuestra, se han transformado en hábitos.
Es a través de nuestra forma de hacer, de estar, de movernos, de respirar, que mostramos nuestra vida afectiva y emocional.
Esto lo podemos experimentar a diario; muchas veces es el cuerpo que nos “avisa” algo que nos esté pasando en el área emocional. También lo podemos observar en las reacciones de los espectadores de un partido de fútbol por ejemplo, actitudes corporales en una sala de espera de un hospital, o simplemente en una reunión de consorcio.
¿Entonces, aparece la postura como algo imposible de modificar?
Si bien sabemos que es la maduración y la liberación del afecto asociado a cada acción que representará una diferencia real en la forma de obrar, se intenta cambiar actitudes y liberar nuestros móviles de los obstáculos que nos estorban. Desde el área de lo corporal a través de métodos que llevan a que conozcamos más nuestro cuerpo y sus funciones motrices ¿De qué manera? Reconociendo aquellos esfuerzos musculares que como consecuencia del hábito están ocultos a nuestra conciencia. Liberando a los músculos de la tarea que en realidad tiene que cumplir el esqueleto, ya que muchas veces los utilizamos para sostenernos y de esa manera malgastamos energía impidiéndoles cumplir su principal función que es la del movimiento.
Creando a través de ejercicios, nuevos patrones de movimiento que quedan como información en la corteza cerebral, se va generando un nuevo “vocabulario” mucho más vasto que facilita la posibilidad de utilizar distintas opciones para una misma acción.
Al romper estereotipias se encuentran nuevas maneras de hacer y esto trae además como consecuencia otra relación con el entorno más plástico y flexible.
La postura ideal no existe en la realidad ya que no somos emocionalmente estables ni tenemos un cerebro perfecto, somos humanos con todo lo que ello significa.
Lo esperable es lograr la ausencia de tensiones musculares crónicas que restrinjan los sentimientos y los movimientos y poder contar con todas las opciones para elegir nuestra manera de accionar con mayor libertad.

Marisa Fiordalisi

Autores consultados.
Moshe Feldenkrais. Alexander Lowen
Selye Hans – Jean Le Boulch

Publicado en el diario El Dia, La Plata

Forma y contenido


La moda invade todos los ámbitos como un mandato a ultranza. Incluido el de la poesía.


Cuando el arte pasa a ser sólo una cuestión de modas hay algo que se pierde, algo que deja de ser legítimo y veraz.

La moda es el reflejo de un contexto social, temporal y cultural. Por lo tanto implica un final, una frontera.
El arte, y la poesía en particular, nos conecta con un universo que expande los límites conocidos dentro de los cuales nos movemos. El arte es libertad y nos incentiva a corregir o replantear nuestra visión en la búsqueda de un horizonte más amplio que refleje la
vida tal cual es: efímera y perenne, siempre unidad.
Releyendo a Baudelaire que se refiere a la modernidad como “ lo transitorio, lo fugitivo... que es la mitad del arte cuya otra mitad es lo inmutable” creo que muchas veces olvidamos este segundo componente. Lo inmutable ya no se rige por las leyes temporales: las supera. Algunos artistas llaman a esto la conexión con lo sagrado.

Si la poesía, y el arte en general, son una forma de moldear el destino temporal para dar cabida a aquello cuya esencia es inalterable, la moda sólo se remite a un papel formal.
Es cierto: el poeta es también su contexto, su época, su experiencia de vida. Pero posee el don de traspasar el paradigma e ir más allá. Su mirada nos conecta con aquello que tenemos de eterno y que compartimos con cualquier forma de vida. Cuando es así, su obra se mantiene vigente a través de los tiempos.

Foto: Ricardo Araoz

Moda y arte


La moda invade todos los ámbitos como un mandato a ultranza. Incluido el de la poesía.
Cuando el arte pasa a ser sólo una cuestión de modas hay algo que se pierde, algo que deja de ser legítimo y veraz.
La moda es el reflejo de un contexto y por lo tanto implica un final, una frontera.
El arte, y la poesía en particular, nos conecta con un universo que expande los límites conocidos dentro de los cuales nos movemos. El arte es libertad y nos incentiva a corregir o replantear nuestra visión en la búsqueda de un horizonte más amplio que refleje la vida tal cual es: efímera y perenne, siempre unidad.
Releyendo a Baudelaire que se refiere a la modernidad como “ lo transitorio, lo fugitivo... que es la mitad del arte cuya otra mitad es lo inmutable” creo que muchas veces olvidamos este segundo componente. Lo inmutable ya no se rige por las leyes temporales: las supera. Algunos artistas llaman a esto la conexión con lo sagrado.
Si la poesía, y el arte en general, son una forma de moldear el destino temporal para dar cabida a aquello cuya esencia es inalterable, la moda sólo se remite a un papel formal.
Es cierto: el poeta es también su contexto, su época, su experiencia de vida. Pero posee el don de traspasar el paradigma e ir más allá. Su mirada nos conecta con aquello que tenemos de eterno y que compartimos con cualquier forma de vida. Cuando es así, su obra se mantiene vigente a través de los tiempos.

Los falsos pobres y la moda basura




Desde diseñadores de indumentaria hasta jóvenes de cualquier lugar del mundo lo llevan como un estandarte.
Es que el trash-glam (trash: basura) se ha convertido en un estilo. Vaqueros desgastados, agujeros expresamente diseñados, terminaciones de telas rasgadas.
Son los falsos pobres que se imponen creando tendencia. Aunque lo hagan dentro de exitosas profesiones, conduciendo un Audi, comiendo sushi o esquiando en Klosters.

Para algunos, este fenómeno corresponde a que la moda ha dejado de ser el reducto de una clase social determinada. El nivel de salario por persona es cada vez más alto (por lo menos en el primer mundo) y la globalización ha hecho posible el acceso a formas de vida que antes sólo se encuadraba en una muy pequeña minoría.
Esto no lo termina de definir. Lo cierto es que el término (trash-glam) reinvindica un no sé qué contestatario que ha sido asimilado por el sistema. Aparece en música unido al rock y al pop y se extiende a diferentes signos de la cultura.
Hoy, parecer pobre es lo máximo. Las marcas lo han entendido muy bien y lo lanzan como tendencia. Basta mirar las vidrieras de indumentaria o estar al tanto de las pasarelas. O caer en un restaurante recién inaugurado ya sea en Nueva York, París o Buenos Aires.
Hace ya bastante que una francesa asombrara al mundo vistiendo de jersey a las mujeres y dejando de lado brocatos y plumas. El estilo Chanel perduró a través del tiempo. En su momento impactó, no sólo por revolucionar el mundo de la moda y sus canones establecidos sino por encuadrar la estética femenina en lo que se llamó (para ese entonces) le stile pauvre gent. Pero Chanel siempre fue un lujo y mucho, mucho glamour.

Hoy, si la pobreza está de moda la basura también.
En México, se reciclan bolsas de plástico, envoltorios de papas fritas y galletas para crear monederos, bolsos y cinturones que se venden a más de doscientos dólares en Nueva York y Tokio. La India sigue el mismo camino. Moda basura en su sentido más literal; pero ecológica y quizás, bella.
Es que el sistema de mercado produce para generar residuos y crea negocios para recolectarlos y darles tratamientos diferentes. Cuando lo logra y los desechos son negociables, dejan de ser basura. La fórmula del éxito? Desechos más creatividad es igual a dinero.

Con este panorama me viene a la mente la frase de Fernando Savater: “Mi sueño es el de Picasso. Tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres”.

Toda fotografía pasada fue mejor

Con la popularización de la fotografía digital, la posibilidad de producir imágenes está al alcance de todo el mundo. No obstante, ha mejorado la calidad de la fotografía? La respuesta es no. Por ejemplo, la fotografía social es ahora notablemente peor que aquellos retratos que se hacían durante la primera mitad del siglo XX. Cualquier viejo álbum familiar suele tener mejores fotografías que las que podemos ver ahora mismo en los escaparates de las tiendas de fotografía social. La iluminación, el retoque artesanal, el coloreado a mano con productos químicos de compleja manipulación son recursos que se han perdido, junto con los finos artesanos que los practicaban.

Lenguaje
Sin embargo, casi todo el mundo que hace fotografía tiene unas cuantas imágenes buenas. Pero eso no hace buenos fotógrafos. En tanto lenguaje, la calidad de la fotografía depende de la capacidad de narrar cosas interesantes. Todos usamos palabras para comunicarnos, para expresarnos, pero escritores buenos hay pocos.

Arte joven
La fotografía es un arte joven: en realidad, esa disciplina no tiene todavía 200 años de existencia. Este argumento es utilizado con frecuencia para explicar que es prematuro tratar de establecer géneros. Lo que es seguro, es que la demanda interna de producir imágenes surge de la necesidad de transmitir, visualmente, una cierta información.

Virtudes y defectos
“Esta cámara saca fotos muy buenas” ¿Quien no ha escuchado esa frase? La técnica está habitualmente sacralizada. En el imaginario popular, cuanto más compleja sea la cámara que utilizamos, mayores garantías tendremos de obtener buenas fotografías. Se de conocidos fotógrafos de moda, que compran baratas cámaras desechables para realizar su trabajo porque hay profesionales que hacen virtud de los defectos. Una de la máquinas fotográficas analógicas más populares del mundo es rusa: Lomo. Su mecánica es sencillamente mala, su construcción tosca, su lente produce una aberración de color y cuesta unos 150 dólares. Todo buen fotógrafo tiene una. Yo mismo he vendido fotos de Nueva York a una publicación obtenidas con una Lomo.

Jorge García, octubre 2006
Fotógrafo y periodista


Pie de foto: Fotografía obtenida con cámara Lomo y retocada digitalmente

El irreverente mundo de Jean Paul Gaultier: entre la magia y la polémica


Jean-Paul Gaultier el irreverente, el fetichista, el que rompió los canones establecidos de la moda dándoles un toque surrealista. El que, desde su debut allá por los 70, nunca dejó de asombrar. Porque Gaultier no se priva, nunca lo hizo, de crear a partir de su fantasía. Kitsch o futurista, inspirado en los marineros de los años 40 o en escenarios ciudadanos, maneja la dualidad de lo mágico y lo agresivo. Basta recordar el bustier con forma de cono que diseñó para Madonna en “Blond Ambition”. O la utilización de la lencería aggiornada como uso externo.

Se lo acusa de que su ropa no es fácil de usar. Y es verdad. Pero justamente fue este estilo teatral lo que le permitió adentrarse en el mundo cinematográfico y en el de la danza. Su firma aparece en el vestuario de “Kika” de Almodovar o en “ La ciudad de los niños perdidos” de Jean Pierre Jeunet. Y ha deslumbrado con el vestuario de más de dieciocho ballets de la coreógrafa Regine Chopinot. Siempre polémico, se ha permitido diseñar y mostrar en la pasarela, un vestido al que llamó “delgadez extrema” imitando la caja toráxica con bandas de seda. En esta temporada impactó con la imagen opuesta: una modelo, ni tan joven, ni delgada, ni perfecta, desfilando vestida en muselina negra. Una manera de intensificar el debate sobre el síndrome anorexico en las pasarelas? Quizás. En sus últimas colecciones, el diseñador se divierte con una imagen femenina enfundada en satinados shorts de boxeador y medias de red. Mujeres empinadas en zapatillas deportivas de taco alto y coronadas por bandas de toallas sujetando el pelo. Junto al despliegue de lo anti-convencional y para festejar sus 30 años en la moda, Gaultier celebró desbordando fantasía. Eligió el mítico Olympia para su fiesta e imaginó una noche mágica. Para ello, convocó a brillantes profesionales de la moda y los convirtió... en magos! Él mismo hizo levitar a Virginie Mouzat de Le Figaro. Hamish Bowles cerró una caja con Grace Coddington adentro (la directora creativa de Vogue) y la volvió a abrir para sacar de ella a la modelo Lily Cole. Número tras número, la moda y la magia convivieron. Pero Gaultier no es sólo un predigistador que saca permanentemente de la galera nuevas formas de impactar. Contestatario o irónico, algunos de sus diseños se acercan a las obras de arte. Es, en definitiva, un verdadero creador. Nos guste o no.

Perfeccionismo

Anónimo escribió: " El perfeccionismo se ha convertido de un tiempo a esta parte en una forma de vida dentro de las grandes ciudades europeas, pero nos olvidamos que aunque es correcto esforzarnos para conseguir nuestras metas, nunca vamos a conseguir hacerlo todo perfecto, ni tener el control de todo cuanto ocurre a nuestro alrededor, ni podemos conseguir todas nuestras metas."

En el ámbito del trabajo, especialmente, estamos viendo cada día cómo nos aprietan más las tuercas intentando conseguir la mayor productividad a la mayor rapidez posible. Si puedes llegar hasta 10 es porque puedes llegar hasta 11 y si puedes llegar a 11 puedes llegar a 13, el caso es que hagamos lo que hagamos siempre se puede esperar más de nosotros, pero...¿hasta qué punto?, ¿cuál es el límite de la exigencia laboral?, y lo que es peor ¿cuál es el límite de la exigencia personal?.

Hoy en día nos ocupamos mucho de hacer las cosas bien, pero nos olvidamos de premiarnos, de sentirnos orgullosos por un trabajo bien hecho porque lo justificamos diciendo: "Es lo que teníamos que hacer". En cambio, cuando no podemos hacer las cosas tan bien como nos gustaría o cuando cometemos el más mínimo error en la realización de nuestras tareas, no tenemos ningún reparo en criticarnos, censurarnos, insultarnos y castigarnos por algo que no nos damos cuenta que simplemente es algo humano.
Salir de ese círculo en determinados ambientes es complicado, ya que nuestro jefe nunca nos felicita cuando hacemos bien lo que se supone debemos hacer, pero es el primero en echarnos la bronca cuando fallamos. Pero lo importante en este sentido sería no llevar esto a todos los aspectos de la vida, a nuestra vida personal, a nuestra propia autoestima, porque es entonces cuando podemos caer en un problema realmente serio.
Muchos de los problemas psicológicos de nuestra sociedad se originan y se mantienen por este tipo de ideas exigentes y perfeccionistas; y aunque no supongan un problema en nosotros mismos, en ocasiones lo transmitimos a nuestros hijos, haciéndoles daño sin pretenderlo.
La anorexia es una búsqueda de perfección a través del cuerpo y el aspecto físico, y una búsqueda de control a través del control en la comida.
El trastorno obsesivo-compulsivo no es más que una manifestación de perfección en cuanto a las pequeñas cosas de la vida: limpieza, orden, pensamientos o salud corporal. Cuanto más intento tener todo perfecto y ordenado más caótico veo el mundo a mi alrededor.
La depresión no es más que una pérdida de control en un momento determinado donde me siento incapaz de conseguir mis propias metas, al haber fallado en obtener todo lo que me propongo. Pero no conseguir todo lo que quiero no significa no poder conseguir gran parte de mis objetivos. Si me limito a una idea de todo o nada siempre me quedaré con el nada.
La ansiedad o el estrés es una manifestación fisiológica consecuencia de una tensión acumulada por un ritmo de vida en el cual priorizamos objetivos frente a otras personas; priorizamos todo antes que a nosotros mismos o a nuestra propia salud.
Como vemos, hay muchas cosas que condicionan e implican estos problemas; pero el perfeccionismo es uno de los pilares que nos minan la moral y nos hace vulnerables. Se nos olvida que el ser humano es imperfecto por naturaleza. Todos cometemos errores, nos equivocamos y lo seguiremos haciendo siempre. Pero si nos culpamos por algo que, por otra parte, es inevitable, entonces perdemos la oportunidad de aprender que sólo nos proporcionan esos fallos que tanto nos desagradan.

María Jesús Adán Meléndez

Psicóloga del Centro Psicológico Adán
centro@psicoadan.com
http://www.psicoadan.com

Espejito, espejito...¿Cómo me ven?


¿ Somos como nosotros nos vemos o como los demás nos ven? Parecería que para saberlo sólo hace falta un espejo. Pero en la mayoría de los casos no es así. Por exceso o por falta de autoestima, por hábito o por prejuicio, la imagen que tenemos de nosotros mismos no siempre coincide con la que registran los demás. Muchas veces lo que consideramos una imperfección es reconocida por el que nos observa como uno de nuestros puntos fuertes, o lo que más nos gusta de nosotros mismos pasa totalmente inadvertido. ¿Cómo conocer sin distorsiones lo que registra la mirada ajena? ¿Cómo abandonar nuestros prejuicios con respecto a nuestra propia imagen? ¿Qué nos conviene destacar y qué detalles sería mejor no enfatizar? ¿Como elegir el corte de pelo, el color y la ropa que mejor nos definen, que mejor se adaptan a nuestra personalidad, a nuestra manera de movernos, al trabajo que hacemos, a los lugares que frecuentamos? Para encontrar las respuestas, un nuevo profesional entra en juego: el asesor o la asesora de imagen. La Asesoría de Estilo e Imagen Personal nace en Francia y se extiende a Estados Unidos durante los años 60. Se basa en la capacidad de seducción de la imagen que una persona transmite en tanto unidad cuerpo-mente-espíritu. Hay estudios que demuestran que la primera impresión que causamos está compuesta por:

55 % corresponde al lenguaje corporal
38 % a la voz
7 % a la comunicación verbal.

Como se ve, la apariencia física y el estilo corporal aventajan ampliamente a la palabra. Incluso a los matices de la voz.
El asesor lo sabe. Está especialmente entrenado para detectar errores de percepción –si los hay- y confirmar los aciertos en nuestra manera de mirarnos y de mostrarnos.
Es una mirada externa profesional, avalada por una importante experiencia que abarca diferentes campos: desde la moda (indumentaria, maquillaje, peinado) hasta la psicología y las técnicas corporales.
Una mirada que no solamente puede proponernos mínimos o grandes cambios en nuestra habitual manera de presentarnos, sino ayudarnos a definir y crear algo fundamental: nuestro propio estilo. Simple o fantasioso, muy estudiado o decontractée, fresco o de alta temperatura...pero el nuestro, el que mejor nos define, el que nos hace únicos y diferentes.
Estilo. Color, línea, perfume, textura de las telas, diseño, maneras personales y exclusivas de combinar lo que todo el mundo usa, expresión sensorial de lo que realmente somos. Desde luego, ningún título ni curriculum puede asegurar una eficaz interacción entre el asesor y el cliente: pero desde la primera entrevista se percibe si hay o no un buen feeling.

Esta nueva profesión, la Asesoría de Imagen, está presente en muchas agendas de excelente nivel. Y los resultados parecen confirmar su importancia. En una época de grandes y veloces cambios, época en que el mercado internacional lo unifica todo, es importante que no haya contradicciones entre ser y parecer. Y que desde la primera mirada un estilo propio nos distinga y nos exprese.

Soy o quiero ser?


Hombres y mujeres de cualquier edad, todos compartimos un don especial: la capacidad de comunicarnos.

Todo acto humano tiene valor de mensaje porque comunicar es compartir símbolos. Hemos creado símbolos verbales como el idioma y símbolos no verbales como la luz roja del semáforo. Cada cultura ha ido desarrollando sus propios códigos, algunos más universales que otros.
Pero más allá de las etnias, de las razas y de los pueblos comunicamos con cada gesto, cada mirada, cada sonrisa, cada silencio. Con nuestra manera de vestirnos y desvestirnos, de caminar o de quedarnos quietos. Comunicamos cuando cocinamos o hacemos dieta, cuando escalamos el Himalaya o nos sentamos frente al televisor, cuando pintamos un cuadro o sacamos a pasear al perro. Cuando trabajamos, enseñamos, aprendemos, tomamos el colectivo o subimos a un taxi, cuando amamos y cuando odiamos, cuando somos felices o infelices. En definitiva: cuando vivimos. Y permanentemente, de manera inconsciente, informamos al otro de nuestros estados de ánimo, nuestra particular manera de encarar la realidad, a través del lenguaje corporal y la imagen personal.
Este tipo de comunicación no verbal tiene una cualidad: es veraz porque está basada en nuestras emociones y sentimientos. Y es difícil de trampear. El que nos mira no necesita ser un experto en su lectura. Intuitivamente recibe un mensaje de armonía o incoherencia.
Caminemos por la calle de cualquier ciudad. Y observemos. Allá va un señor en el filo de los sesenta, algo encorvado, que se desplaza a pasos rápidos y cortos con mirada ausente. Maletín en mano, vestido en una gama de grises indefinidos, calcetines que no combinan con nada. Tiene un aire de mal disimulado agobio. De pronto, vuelve a la realidad que lo circunda: una mujer atractiva se le cruza en dirección opuesta. Y, casi milagrosamente, el vientre del hombre se achata, su espalda se endereza y todo él adopta un aire de soy el dueño del mundo, todo un triunfador. Bravo!! Ha sido un buen ejercicio muscular aunque mal pagado: sólo recibe un gesto desdeñoso y oblicuo. Por qué el desencuentro? El señor en cuestión no es ni tan viejo ni tan feo y la señora ni tan joven ni tan bonita. Ambos parecen pertenecer a la misma clase social. Pero ella lo ve, lo cataloga con rapidez y lo desecha como “no veraz”. Y tiene razón. Un poco más lejos, una adolescente muy a la moda, con unas sandalias de tacos muy altos, sale de una reconocida boutique. Está bien vestida, bien peinada y ha combinado con buen criterio los accesorios en un look casual (todos sabemos el trabajo y las horas de elucubración que hay detrás de esto). Cuando comienza a caminar hay algo que no encuadra: le cuesta mantenerse firme y descontractée desde esa altura. Y su estudiada imagen se desmorona en mil pedacitos. En ambos casos el diagnóstico es falta de coherencia entre el yo soy y el mensaje que se emite (el quiero ser). En algún momento, todos hemos pasado por situaciones donde no hemos podido expresarnos verbalmente con clara sinceridad. Pero hay algo cierto: sin ninguna duda, nuestro lenguaje corporal sí lo ha hecho. Y si esto no nos tranquiliza, comencemos a observarnos como totalidad (psiquis, emoción, cuerpo físico) y a construir nuestra imagen en función de lo que realmente somos. La ganancia es segura.

Perfección > Armonía


Lo saben los grandes creadores de arte. Fué una verdad indiscutible en las más grandes culturas de la humanidad: la perfección y la armonía, muy lejos de ser sinónimos, son conceptos diferentes, que marcan una visión y una forma de vida contrapuesta. Una máquina debe ser perfecta porque no necesita ni depende de su caudal expresivo. Pero un animal o un ser humano, para ser realmente bellos, deben ser armónicos. Conocer y valorar esta diferencia modifica nuestra conducta, nuestras elecciones personales, nuestra entera manera de vivir: modifica, básicamente, el concepto que tenemos de nosotros mismos. De la implacable búsqueda de perfección física surgen modelos obsesivos que demuestran, muchas veces, carencia de autoestima. Del concepto de armonía, por el contrario, nacen las invalorables diferencias que hacen de cada persona un ejemplar único y diferenciado.

Cada época y cultura ha privilegiado distintas cualidades corporales según el modelo estético vigente. Pero se ha tratado de características compatibles con la función biológica, en tanto que la autoexigencia de perfección, que hoy se considera requisito imprescindible para la belleza, es humanamente antifuncional. En principio, porque este estereotipo se basa en una condición sine qua non: la juventud biológica eterna. No basta con parecer joven, hay que serlo. Junto a este límite aparece la necesidad de delgadez extrema que, ya lo sabemos, es incompatible con la salud física. La difusión por los medios de comunicación de este canon de belleza, lo transformaron en una aspiración masiva que ha causado estragos en la autoestima de un público, especialmente femenino, de edades divergentes.

La firma Dove realizó una encuesta a nivel mundial. Su objetivo fue estudiar la relación de las mujeres actuales con los conceptos de belleza, bienestar, felicidad y autoestima. El sondeo fue aplicado a 3.200 mujeres, entre 18 y 64 años, pertenecientes a diez países del mundo (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Italia, Francia, Portugal, Países Bajos, Brasil, Argentina y Japón). De todas las mujeres encuestadas, sólo el 2% dijo sentirse bella. La idea subyacente que predominó es que las mujeres hermosas tienen el éxito asegurado. Susan Sontag escribió que envejecer es más doloroso para las mujeres. La actividad principal de los hombres ha consistido en hacer mientras que las mujeres han puesto mayor énfasis en parecer por lo que las exigencias hacia su imagen personal determina su autoestima en mayor proporción que en el sector masculino. Durante siglos la mujer estuvo marginada de ciertas áreas públicas y sociales. Y aún hoy sienten que son valoradas más por su aspecto que por su intelecto. Dentro de este esquema, el cuerpo es un instrumento de seducción que da poder frente al mundo masculino y la sociedad en general.

Sin embargo, el cambio ya se está produciendo. Lo vemos por las calles bajo la forma de grandes afiches; lo leemos en algunos titulares de los periódicos; en el interés de ciertos sectores de la industria. Pero esta “nueva” concepción de belleza, desde una perspectiva integral que incluye mente y cuerpo, no es tan reciente. Para analizarla hay que remontarse 3000 años a.c. Los griegos de la antiguedad clásica creían que la proporción del cuerpo humano era sinónimo de salud y belleza. Se basaban en la razón aúrea que se puede sintetizar como la proporción adecuada entre el ancho y el alto. Cuando existe, crea la sensación de armonía. Esta divina proporción aparece en todo el cosmos, desde los astros hasta las nervaduras de una hoja. Fue sintetizada en una fórmula trigonométrica y el hombre la aplicó en música, arquitectura, pintura, diseño. El resultado es siempre el mismo: vemos naturalmente hermoso aquello que respeta la armonía de las proporciones. Pero la armonía va más allá. Cuando nuestro mundo interior es suficientemente rico y tiene centro, esto se percibe en el cuerpo físico. Mens sanae in corpori sano es la ecuación más exacta de la belleza.